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martes, 23 de abril de 2013

Obstinación Terapéutica o Muerte Digna. Cuando decidir que "ya está todo hecho"


La medicina científica actual es un instrumento maravilloso y muy potente para aumentar la supervivencia. La pregunta es ¿Cuándo utilizar ese instrumento?

La pirámide invertida

El envejecimiento de la población se sustenta por una parte en la caída de la natalidad y por otra en el aumento de la supervivencia conseguido por la humanidad principalmente en  los últimos 2 siglos. La separación de aguas residuales y potables, las mejoras de la alimentación, el descubrimiento de los antibióticos y del ADN son algunos de los hitos que nos llevan a una esperanza de vida tres veces mayor que la de 200 años atrás.
Nunca la humanidad ha tenido tantos ancianos, tan longevos, con tantas enfermedades incurables o con procesos degenerativos irreversibles donde, si las decisiones diarias son cada vez más complicadas de tomar qué no decir de las decisiones médicas.


To treat or not to treat, that is the question

En todos estos procesos crónicos y degenerativos, se dan circunstancias en su evolución que se pueden resolver puntualmente mediante técnicas médicas, ingreso hospitalario, hidratación intravenosa, alimentación parenteral, cirugías, antibióticos intravenosos, etc. Finalmente son medidas que aumentan la supervivencia, pero ¿qué supervivencia?
En qué momento renunciar a estas técnicas para no caer en un encarnizamiento u obstinación terapéutica es la cuestión.
Cuando en los estudios de farmacoeconomía se introduce el término de calidad de vida, me llama mucho la atención como se valora: el máximo estado de salud es 1, la muerte es 0, pero existen valores negativos que son expresión de estados peores que la muerte.
¿Cómo se valora este último punto? ¿A que hace referencia? ¿De qué estamos hablando? ¿Cuándo se puede tener un estado peor que la muerte?
Si el objetivo del tratamiento es dejar a un paciente en un estado de calidad de vida negativo, creo sinceramente que no se debe ni plantear, por lo que es perentorio hacer un esfuerzo en identificar esta situación. ¿es irreversible?, ¿a que estado de salud vamos a llegar?, ¿es una situación digna para el enfermo?, ¿Qué entorno tiene?, ¿Qué beneficios va a obtener el paciente o su entorno?¿Qué obtenemos si no hacemos nada?, o dicho de otra forma, ¿Qué hubieran hecho nuestras abuelas?
En cierto modo, es una situación que debe mirar la muerte a los ojos y decidir, si ese era el momento en que el paciente naturalmente moriría e iba a descansar en paz. No prolongar sin más porqué podamos, si no dejarlo para las situaciones en las que prolongar es lo más aconsejable.

El buen consejero

En estas situaciones el médico tiene mucho que decir, tiene la experiencia, conoce las alternativas de tratamiento, el curso natural de la enfermedad y tiene la capacidad de predecir con cierto grado de aproximación cual va a ser el estado y la calidad de vida que se pueden obtener. 
Averiguar cuál es el objetivo del paciente en la vida, como es su entorno familiar que capacidad tiene o va a tener de disfrutar de él, o incluso, de interactuar simplemente con él, también serían determinantes en el tratamiento o no de su evolución.

Destino Final: Cuidado con lo que deseas ...

Tenemos fármacos y técnicas muy eficaces, que pueden mejorar la enfermedad en poblaciones de manera muy efectiva, pero que deben decidirse para un paciente individual según él y sus circunstancias.

En definitiva, alterar el curso natural de las cosas solo debe servir para mejorarlas. No todo lo que se puede hacer técnicamente hay que hacerlo en todas las circunstancias si no que hay que elegir muy bien el momento de utilizarlas.

Me tomo la licencia de incluir unas frases atribuidas a Seneca que leí en el artículo “Morir de Alzheimer” escrito por el 
Dr. Fernando Marín, Cuidados Paliativos, Asociación ENCASA

“La muerte es un castigo para algunos
Un regalo para otros
Y para Muchos un favor”
Séneca

martes, 9 de abril de 2013

Gestión pública o privada de la sanidad. Incógnitas para un estudio.

Hoy me permito el lujo de hacer algunos modestos comentarios a un artículo tremendamente interesante que nos han recomendado dos ilustres amigos, los Doctores; Bartomeu Massutí, Jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital General Universitario de Alicante y José Gómez Codina, Jefe de Sección de Oncología Médica del Hospital  Universitari i Politécnic La Fe de Valencia.


El Dr. José Gómez Codina nos hace la introducción al tema.
"Un análisis profundo, serio, documentado, desapasionado e independiente sobre el tema de los costes de la sanidad en los modelos de gestión pública/privada. Publicado por el Real Instituto Elcano. Gracias a Bartomeu Massuti por la referencia."





Definiciones

Emepezaré por recordar unas definiciones importantes a la hora de evaluar intervenciones sanitarias.

La eficacia es la capacidad de alcanzar el efecto que se espera o desea tras la realización de una acción. En terminos de salud sería el impacto o efecto de una acción sobre el nivel de salud o bienestar de la población, llevada a cabo en condiciones optimas (p.e. condiciones de ensayo clínico).



La efectividad hace referencia al impacto que se alcanza a causa de una acción llevada a cabo en condiciones habituales. En terminos de salud respondería al estudio de la eficacia de la intervención sanotaria en situaciones reales (p.e. tras un estudio observacional).

La eficiencia se refiere al uso racional de los medios para alcanzar un objetivo predeterminado (es decir, cumplir un objetivo de efectividad con el mínimo de recursos disponibles y tiempo).

Propuesta de estudios posibles


El artículo anterior analiza la bibliografía existente con respecto a la comparación de la eficiencia entre los sistemas de gestión sanitaria privada y pública. Siendo la hipótesis que maneja el gobierno la de que el sistema privado es más eficiente que el público, llama la atención que en todo el tiempo que llevan coexistiendo en España no exista un estudio comparativo concluyente.


Para que uno fuera mas eficiente que el otro deberíamos demostrar los siguientes términos con sendos estudios:

Estudio de la efectividad del sistema sanitario. 

¿Es alguno de ellos superior en términos de efectividad?, es decir ¿consigue alguno de los dos que su población esté más sana? Evidentemente no nos vale con medir sólo la esperanza de vida, ya que la eficiencia debe estar relacionada con la población de base, su nivel de renta, edad, condiciones de vida, y evidentemente tampoco deberían valer los indicadores subrogados meramente hospitalarios (estancias, reingresos, etc...). La perspectiva relevante para juzgar la superioridad de un modelo de gestión u otro debería ser la social, para lo cual resultaría preciso disponer de indicadores de resultados en salud.
Ambos sistemas deberían ser iguales en términos de efectividad, por lo que el estudio se debería plantear como un  "Estudio de No Inferioridad". Sería un escándalo que uno de ellos fuera superior, pero podría ocurrir ya que está bastante establecida, al menos en cáncer, una relación entre la innovación con mayores costes y la superviviencia.

Estudio de los costes.

La hipótesis de trabajo con la que estábamos trabajando es que el sistema de gestión privada es mas eficiente que el de gestión pública, si la efectividad del sistema es la misma, los costes deben ser inferiores. Así pues, el diseño del estudio para demostrar este punto sería el de un Estudio de Superioridad en el que se demuestre que los costes del sistema de gestión pública son mayores que los de gestión privada.
En cuanto a los costes a contemplar en el estudio, son aquellos con nivel social, debido a que en el estudio de efectividad ya habíamos elegido esta perspectiva. Es decir, contemplamos costes tales como intervenciones sanitarias, costes de implantación y modificación del sistema de gestión, costes laborales y en general todos aquellos costes a nivel social tanto del sistema sanitario como de la población tratada.


Los antecedentes nos dicen que este último estudio podría resultar negativo ya que ... "esta última conclusión es la que se obtiene en una reciente comparación (Peiró y Meneu, 2012) del gasto hospitalario por habitante en áreas de gestión directa y en áreas de gestión privada por concesión en la Comunidad Valenciana. La conclusión del análisis es que no existen diferencias significativas en el gasto hospitalario por habitante, relacionándose los menores costes por persona ingresada de las concesiones con una mayor tasa de ingresos hospitalarios (los que permite dividir los costes fijos entre un número mayor de unidades)."(Gestión pública y gestión privada de servicios sanitarios públicos: más allá del ruido y la furia, una comparación internacional".Fernando I. Sánchez, José María Abellán y Juan Oliva. Real instituto Elcano)

Posteriormente, y en función de como hayan salido los anteriores estudios se podría pasar a evaluar  o bien mediante un estudio de minimización de costes si la efectividad fuera identica o bien coste-efectividad si hubiera diferencias.

"El corolario del ejercicio es que ambos modelos (gestión directa y concesión) tienen amplios márgenes de mejora de la eficiencia". (Gestión pública y gestión privada de servicios sanitarios públicos: más allá del ruido y la furia, una comparación internacional".Fernando I. Sánchez, José María Abellán y Juan Oliva. Real instituto Elcano)


martes, 2 de abril de 2013

Evaluación de los Beneficios entre Tratamientos según el JCO

Journal of Clinical OncologyHoy simplemente adjunto el enlace al editorial del Journal of Clinical Oncology en el que explica como el JCO valora los beneficios de los tratamientos mediante conceptos como:

  • Eficacia 
  • Efectividad


según los tipos de ensayos: 

  • Explicativos RCT's (Randomized Clinical Trials) 
  • Pragmáticos CER (Comparative Effectiveness Research)

y qué es lo que ellos valoran de cara a la publicación.